Los litigios de Manzanares el Real
Las tierras y las historias de Madrid y Segovia han estado unidas —y también separadas— desde tiempos antiguos por la imponente sierra de Guadarrama, que ha sido testigo de numerosas disputas por el control de estos territorios. Durante siglos, estas tierras cambiaban de manos una y otra vez, hasta que los reyes Fernando III y Alfonso X decidieron poner fin a tantos desacuerdos. Su solución fue permitir el uso en común de los bosques y pastos por parte de ambas comunidades.
Entre 1375 y 1383, la Corona entregó las tierras de Manzanares a Pedro González de Mendoza y a sus descendientes. Esta decisión provocó la protesta de los concejos de Madrid y Segovia, que reclamaban derechos sobre esa zona. Para calmar los ánimos, la familia Mendoza —ya como señores del Real de Manzanares— firmó un acuerdo por escrito con ambas localidades, permitiendo el uso compartido de los pastos y la caza.
La historia de los Mendoza no estuvo libre de conflictos internos. Tras la muerte de Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, surgió una disputa entre sus tres hijos: Aldonza de Mendoza, Íñigo López de Mendoza y Juan Hurtado de Mendoza. Fue la muerte de la hermana la que resolvió finalmente el conflicto. Íñigo fue reconocido como heredero, convirtiéndose en conde del Real de Manzanares y en el primer marqués de Santillana.
Hoy, al recorrer la Ruta Complutense del Camino de Santiago, atravesamos parajes que fueron protagonistas de estas antiguas tensiones. Cada paso nos conecta con una historia llena de acuerdos, disputas y personajes clave que marcaron el pasado de esta tierra.