Reims
Reims es una de esas ciudades que sorprenden. Está situada en la región del Gran Este de Francia y es conocida por muchas razones: por su impresionante catedral, por ser la ciudad donde se coronaban los reyes franceses y por formar parte de la antigua ruta de peregrinación conocida como la Vía Francígena. Esta última la convierte en una parada especial para quienes recorren este camino milenario hacia Roma, combinando historia, espiritualidad y belleza.
Reims ha estado en el centro de muchos momentos importantes de la historia. Durante siglos, fue el lugar elegido para coronar a los monarcas de Francia, en su famosa Catedral de Notre-Dame, una verdadera joya del gótico que ha sido testigo de más de treinta coronaciones. Aquí, por ejemplo, fue coronado Carlos VII con la ayuda de Juana de Arco. Hoy, esta catedral está reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es uno de los principales puntos de interés de la ciudad.
Pero la historia de Reims va mucho más allá de la Edad Media. En la época romana, ya era un centro estratégico importante, y aún se pueden ver restos de aquel pasado, como la antigua puerta de Marte, uno de los monumentos romanos mejor conservados de Francia. Más adelante, en el siglo XX, la ciudad volvió a ser protagonista: en Reims se firmó la rendición de las tropas alemanas que puso fin a la Segunda Guerra Mundial en Europa, en 1945.
Para los que siguen la Vía Francígena, Reims es mucho más que una etapa en el camino: es un lugar que invita a detenerse y respirar. Sus calles llenas de historia, sus iglesias, sus plazas y su ambiente tranquilo la convierten en una parada muy especial. Aquí, el peregrino puede descansar, conocer gente, admirar el arte y, sobre todo, reconectar consigo mismo. Todo en Reims parece estar pensado para acompañar al viajero, tanto si viene buscando cultura como si lo que necesita es un momento de calma.
Además, Reims también es famosa por otro motivo: el champán. Muchas de las casas más conocidas de este vino espumoso —como Veuve Clicquot, Taittinger o Pommery— tienen sus bodegas aquí. Algunas se pueden visitar, y muchas de ellas están excavadas en cuevas subterráneas que también son Patrimonio de la Humanidad. Es una buena oportunidad para conocer este mundo desde dentro y probar un producto único que forma parte del alma de la región.
La ciudad también tiene una vida cultural muy activa, con museos, teatros y festivales que llenan sus calles de actividad durante todo el año. Y, por supuesto, no podemos olvidar su gastronomía: en Reims se come muy bien, y es fácil encontrar buenos productos locales y platos típicos que acompañan a la perfección la experiencia del viaje.
En definitiva, tanto si estás recorriendo la Vía Francígena como si simplemente buscas un destino lleno de encanto, Reims es una ciudad que merece una visita. Aquí, el pasado y el presente se mezclan de forma natural, y cada rincón guarda una historia por descubrir. Ya sea por su catedral, su historia, su champán o su espíritu acogedor, Reims tiene algo especial que la convierte en una parada inolvidable.