«La gran mutación que me obsesiona es el tránsito de las fuerzas biológicas a las fuerzas físicas… La materia se consideraba pasiva; pero es esta nueva pasividad  la que se convierte en  nueva fuente de movimiento: una revo­lución en la idea humana de naturaleza.

Ni el ingenio chino ni, más próximo a nosotros, el ingenio italiano del siglo XVI fueron capaces de poner al servicio de su inventiva las fuerzas liberadas de la mate­ria,»

(La civilización de la potencia, Editorial Magisterio Español, pp. 20-21).

«La especie humana, que ya poseía la soberanía del reino animal, franqueó los límites que la fuerza biológica ponía a sus proyectos y se lanzó a empresas inauditas para las que creía contar con posibili­dades ilimitadas. Esta desaparición de los límites ha modificado no sólo la existencia y las instituciones humanas,  sino el espíritu, la con­ciencia que la especie humana tiene de sí misma».

DE ]OUVENEL, op. cit., p. 31.