Por lo común, se estima que riqueza y pobreza son conceptos opuestos correlativos. Según tal parecer, dado un nivel no excesivamente bajo de recursos, no habría ni pobres ni ricos si todos tuviesen lo mismo. Vistas las cosas así, la solución de los problemas que comporta la distinción entre riqueza y pobreza es la igualdad. Pero, como dice el título de una comedia española, quizá lo mejor sería que no hubiera ni pobres ni ricos, sino todo lo contrario. Ahora bien, para lograr ese objetivo (por el momento, paradójico) la igualdad no sirve. Dicho de otro modo, la tesis que voy a sostener es ésta: la igualdad no es una solución para el problema de la pobreza porque tampoco lo es para el problema que plantea la riqueza; ambos problemas han de resolverse a la vez y globalmente, en atención a que riqueza y pobreza no son opuestas, sino que cada una tiene un contrario que no es la otra.
Llano. C, Pérez López J.A., Gilder G., Polo L., La vertiente humana del trabajo en la empresa (Madrid: Ediciones Rialp, 1990), p. 75.