LA CREACIÓN DEL INSTANTE (MEMORIAS) – DIECISIETE

LA CREACIÓN DEL INSTANTE
(MEMORIAS)

DIECISIETE

No me digas que los españoles son envidiosos y quijotes, o que los árboles dan sombra, sino que dime más bien que la envidia estimulada por Carmen no deja pensar a su cuñado Pedro en su madurez; que mi amigo Juan, espoleado por la lectura y contemplación de tantos desmanes, se lanzó veloz a desfacer entuertos; o que la higuera frondosa del jardín vecino airea con el frescor de su sombra el calor sofocante del mediodía veraniego.

Ese césped y esos matorrales, aquel sauce, el ciprés y las palmeras se enraízan con vigor en la tierra originalmente trabajada por azada de mujer rebelde nunca dominada.

Cabizbajo y soñoliento, pero sin perder el porte ni la seguridad del camino, el hombre se acerca al lugar abierto de su trabajo para reemprender la tarea servicial en aquella mañana primaveral.

El candor de tu fortaleza se manifiesta en la caricia recia que regalas en esos momentos terribles de la zozobra interior inesperada.

¿Por qué mirar allí si lo tengo todo en ti, o por qué no mirar allá si también allí estás siempre tú?

¿Qué tendrá este caramelo indiscreto que al gustarlo y degustarlo se desencadena un laberinto de ideas que acaba desembocando en la dulzura de tu cuerpo y en el sosiego de tu sueño nocturno junto a mí?

Aquel clip, recogido del suelo agachándome, simboliza aquella perfección cósmica que, sobrevolando lo sucio y desperdigado, se encierra misteriosamente en aquellas sentencias: un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio; un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo.

El avión ultramoderno de pasajeros se hace oír unos segundos desde su altura de mil pies, y -en la biblioteca de mi facultad- la atención se inquieta brevemente en los lectores para volver a retomar el hilo abstracto del pensamiento embriagador.

A la vera de la antena parabólica un par de golondrinas se contonean en su vuelo mirándola de reojo orgullosas despreciando olímpicamente tanta tecnología y tanto hierro con tan poco contenido y con tan poca vida.

Con el fondo de hormigón armado y las paredes recias de ladrillo, una pareja de gorriones acompasa su vuelo a tirones primaverales atraídos y distraídos por su instinto sexual reproductor.

LA CREACIÓN DEL INSTANTE
(MEMORIAS)