Infinidad de veces actúan simultáneamente muchos bienes para alcanzar una utilidad común. Por ejemplo, papel, pluma y tinta sirven conjuntamente para escribir; aguja e hilo, para coser; aperos, semillas, terreno y trabajo para producir grano. Menger ha llamado ‘bienes complementarios’ a los bienes que mantienen entre sí semejante relación. Surge entonces la siguiente pregunta, tan notoria como difícil: en tales caso, qué parte de la utilidad común hay que atribuir a cada uno de los bienes complementarios que contribuyen a esa utilidad y qué leyes deciden sobre la cantidad proporcional del valor y del precio de los mismos.

Von Böhm-Bawerk, Eugen. Ensayos de Teoría Económica, Volumen I, La Teoría Económica. Unión Editorial – Madrid, 1999, pág. 219.