La profesión de economista tiene una atracción fatal por el número. (…)

La profesión de economista tiene una atracción fatal por el número. Desde tiempos inmemoriales el número ha estado envuelto en una aureola mágica de misterio y superstición, ejerciendo un atractivo especial sobre los humanos. Cada número expresa no sólo una cantidad sino también múltiples ideas y fuerzas que influyen en las elecciones de nuestro actuar. La interpretación de los números es una de las ciencias simbólicas más antiguas y Pitágoras o Boecio, por ejemplo, la consideraban como los instrumentos de la armonía cósmica e interior. No conviene emplear los números con un propósito equivocado porque se puede hacer mucho daño a los demás, especialmente a los más ignorantes y a los pueblos más supersticiosos. La eficacia del número supera la del vocablo puesto que es producto del signo y del sonido y, por lo tanto, su influencia es más fuerte y más misteriosa que la que ejerce la palabra.