Salmo: Sal 5, 2-3. 5-6. 7 R. Atiende a mis gemidos, Señor.
Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. R.
R. Atiende a mis gemidos, Señor.
Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R.
R. Atiende a mis gemidos, Señor.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. R.
R. Atiende a mis gemidos, Señor.
Aleluya Sal 118, 105 R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. R.
Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17 R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «La misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R.
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los santos. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R.
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. R.
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Aleluya 1Cor 1, 23a. 24b R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Nosotros predicamos a Cristo crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. R.