La riqueza del hombre occidental constituye un fenómeno único y nuevo. A través de los últimos siglos se ha liberado de los grilletes de un mundo dominado por la mayor pobreza y hambres periódicas y ha alcanzado una calidad de vida a la que sólo es posible acceder mediante una relativa abundancia. El presente trabajo explica este logro histórico único: el desarrollo del mundo occidental.

 Nuestra argumentación esencial es muy simple. La clave del crecimiento reside en una organización económica eficaz; la razón del desarrollo de Occidente radica, por tanto, en la construcción de una organización económica eficaz en Europa occidental.

 Una organización eficaz implica el establecimiento de un marco institucional y de una estructura de la propiedad capaces de canalizar los esfuerzos económicos individuales hacia actividades que supongan una aproximación de la tasa privada de beneficios respecto a la tasa social de beneficios.

Douglas C.North, Robert Paul Thomas, El nacimiento del mundo occidental. Una nueva historia económica (900-1700), Madrid, Siglo XXI de España Editores, S.A. 1973. p. 5

A medida que se intensifican los procesos de intercambio y se perfeccionan los medios de comunicación y transporte, el aumento demográfico no puede sino resultar favorable a la evolución económica, ya que favorece una más acusada diversidad laboral y una aún más elaborada diferenciación y especialización, todo lo cual sitúa a la sociedad ante la posibilidad de aprovechar recursos económicos antes inexistentes y elevar así notablemente la productividad del sistema. La aparición de nuevas habilidades laborales, sean éstas de índole natural o adquirida, equivale, de hecho, al descubrimiento de nuevos recursos económicos, muchos de los cuales pueden gozar de carácter complementario en relación con otras líneas de producción, lo cual experimenta una ulterior potenciación debido a la natural tendencia de las gentes a aprender y practicar esas nuevas habilidades, puesto que ello les facilita el acceso a superiores niveles de vida. Cualquier zona más densamente poblada puede, por añadidura, recurrir a tecnologías que no hubieran sido aplicables de haber estado la región menos habitada.

Hayek, F.A., La fatal arrogancia (Madrid: Unión Editorial, 2.ª ed. en Obras Completas de F.A. Hayek, 1997), p. 345-346.