1.4 La libre auto restricción abierta y responsable

1.4 La libre auto restricción abierta y responsable

          Si las más modernas concepciones de la Economía la encuadran entre las ciencias de la conducta y de la acción humana, las distintas elecciones libres entre alternativas factibles que se toman en la vida cotidiana, y que condicionan los procesos económicos de asignación de recursos, están impregnadas de la tensión hacia los fines últimos que cada actor se plantea o descubre como más convenientes en la vida. La elección humana responsable se enmarca en un proceso dinámico y continuo, inmerso en el tiempo, donde las decisiones tomadas en períodos pasados interactúan con las elecciones presentes y futuras. No es ajeno a la Economía, por lo tanto, la selección personal de estilos de vida o modelos de conducta que se van realizando en el transcurso del tiempo y con el concurso de distintas concepciones culturales, éticas, políticas, sociales, familiares, trascendentes o intrascendentes. Cada persona puede elegir un plan de vida, es decir una secuencia de acciones con las que, según la tendencia connatural, espera que le aseguren una aproximación hacia experiencias «interesantes» y «buenas» que   le compensen y le hagan feliz. Las necesidades humanas básicas de alimento, vestido, vivienda, sexo, seguridad, libertad… etc., establecen lógicamente límites sobre los estilos de vida posibles. Pero los individuos en las modernas sociedades de Occidente hace tiempo que, esencialmente, han logrado niveles de opulencia que les permiten ir más allá de los mínimos biológicos que determinan las conductas.

          El premio Nobel de Economía James Buchanan explica esto mismo en La razón de las normas[1] resaltando que las elecciones de hoy pueden conformar, en alguna medida difícilmente cuantificable pero real, las preferencias de mañana y de más tarde. El individuo se «construye» a sí mismo para su actuación y su ser en épocas futuras. «Construye» lo que va a ser la unidad de elección en las fechas posteriores, así como el conjunto de opciones de las que el día de mañana dispondrá dentro de ciertos límites. Al reconocer que las elecciones hechas ahora afectan a las de mañana y más tarde, el estudio de estas cuestiones tiene que implicar una especie de «preferencias de preferencias» que ordenen el resto y que permiten jerarquizar los distintos futuros posibles estimando unos mejor que otros. Las elecciones en el tiempo presente tenderán a reflejar esas preferencias. En cuanto la persona humana es un ser consciente de su continuidad es perfectamente humano, racional,  inteligente  y responsable intentar condicionar en positivo y por adelantado las elecciones futuras mediante la auto imposición de ciertas reglas o restricciones de la conducta que le permitirán alcanzar sus objetivos últimos más apreciados. El éxito en las próximas Olimpiadas, por ejemplo, sólo se conseguirá con un renovado esfuerzo disciplinado de cumplimiento libre de ciertas reglas y normas autoimpuestas. Todo ello implica la selección de un conjunto de preceptos morales que guían las elecciones en el presente y en el futuro empleando recursos intelectuales y emocionales que van dejando como una especie de cuasi-permanentes hábitos que domestican las conductas indeseadas y hacen más factible alcanzar las meta preferencias. El propósito explícito no será otro que cerrar posibilidades de actuar en formas o modos que son considerados «ineficientes» para llevar adelante el programa de vida preferido. Cada individuo puede reducir libre y conscientemente sus márgenes de opción en la forma que considere más provechosa dentro de una perspectiva de largo alcance en lugar de ir respondiendo simplemente a lo que vaya apareciendo.

          Aunque con todas las matizaciones y paréntesis que el uso de colectivos implica, podemos hacer un análisis parecido en el caso de una entidad política organizada. La historia de esa unidad colectiva, descrita por las «elecciones» hechas en todos los períodos del pasado limitará el conjunto de opciones posibles que pueden ser afrontados hoy por la colectividad como tal y por los individuos integrados en ella. A su vez, y de ahí la responsabilidad política actual, las elecciones hechas hoy por la colectividad, modificarán y condicionarán las opciones disponibles en el futuro a través de las influencias sobre las restricciones y preferencias. Las leyes, instituciones, costumbres, hábitos de conducta y tradiciones de la comunidad tienen una influencia decisiva sobre las variables típicamente económicas y se acaban reflejando en las cuentas del Estado. Detrás de los continuados incrementos de gastos y déficits públicos que engrosan el volumen acumulado de la Deuda Pública, se encuentran muchos hábitos negativos en la ciudadanía y en los políticos que se pueden concretar en una falta de ética auténtica que se resiste a actuar con responsabilidad por sí mismos prefiriendo que sean los demás los que solucionen sus problemas personales. También se produce una preferencia irresponsable del consumo sobre el trabajo y del corto plazo sobre el largo despreciando el futuro e incrementando la carga que tendrán que soportar las generaciones futuras.

          La situación actual de compromisos adquiridos y de hábitos negativos también adquiridos quedaron reflejados en esta crisis de gran alcance (ya acercándonos a los cuatro años) y en esas cifras macroeconómicas y en los Presupuestos Generales del Estado condicionando cada vez más el margen de maniobra para superar el mal estado del Estado del Bienestar. Si el Gasto Público fuese inferior y si la Deuda estuviese en unos niveles más moderados las posibilidades futuras de recuperación y revitalización de la economía serían inmensas. Pero como la situación es la que es, sólo cabe apelar a esa renovación en los hábitos morales y en las costumbres políticas que vayan haciendo posible, con su repercusión en las medidas estrictamente económicas, el amanecer de una nueva regeneración ética y económica de las generaciones futuras. La situación económica de muchos países está demandando un cambio político y moral sustancial y estimulante. Cuanto más se tarde en producir, peor.