En un sistema liberal el nivel de vida de la mayoría sube, mientras que en los demás sistemas solamente progresan los poderosos o quienes de ellos viven. En el mercado hay competencia y la competencia es por definición la ausencia de privilegios petrificados e injustificados: un capitalista solamente es rico en el mercado si invierte bien su capital, es decir, si produce bienes o servicios buenos y baratos, con lo cual debe en primer lugar preocuparse de beneficiar al público, respondiendo a sus demandas con prontitud y economía.

En cambio, los sistemas antiliberales o anticapitalistas, esos sí que son estructuras de privilegio. Allí si que los trabajadores son meros instrumentos. Toda la experiencia de los países comunistas prueba la profunda injusticia de los regímenes que aniquilan la libertad económica y la propiedad privada. En los países capitalistas también ocurre que si los estados son muy grandes, aparecen privilegiados que medran a su socaire y que convierten al pueblo en mero instrumento de producción, o de pago de impuestos.

Carlos Rodríguez Braun, A pesar del gobierno. 100 críticas al intervencionismo con nombres y apellidos, Madrid, Unión Editorial, S.A. 1999, pp. 149-150

La visión del mercado personalizado en agentes identificables es un error: ninguna persona es el mercado. En las sociedades modernas, los mercados son redes complejas necesariamente impersonales, que fomentan y aprovechan la especialización, y consiguen así la cooperación eficiente de un número de personas que jamás habrían unido sus esfuerzos si ello hubiese requerido el conocimiento y la identificación individual de cada uno.

 A los socialistas (de todos los partidos, que diría Hayek) les repugna la idea de algo no controlado, y por eso gustan de fantasear con teorías conspirativas sobre unos malos que mandan. Es la gran excusa para intervenir, porque, después de todo, si los mercados están manejados por las multinacionales o por los especuladores, entonces será mejor que los controlen “democráticamente” las benéficas autoridades. 

Carlos Rodríguez Braun, A pesar del gobierno. 100 críticas al intervencionismo con nombres y apellidos, Madrid, Unión Editorial, S.A. 1999, pp.  222-223