El éxito triunfal y agradable sólo se consigue a golpe de entrenamiento anónimo muchas veces desagradable.
Si quieres solucionar pronto aquel problema lejano, soluciona primero el cercano; si quieres subir hacia el cielo, baja antes a la profundidad de tu interior; y si quieres correr hacia el infinito frena tu paso desbocado y elige la ruta paciente.
Uno de mis nietos gemelos -11 meses tiene ya- se me quedó dormido en mis brazos a la vez que le mecía. Mientras lo acunaba pensé que también usted que me lee y yo tuvimos un día 11 meses. Pero me sorprendió darme cuenta que también mi padre me durmió en brazos más de una vez. Siempre pensamos que son las madres las que nos acunan y duermen pero -al menos para mi hoy- ha sido un descubrimiento saber que también mi padre lo hizo muchas veces. Han sido unos momentos únicos e inolvidables que no cambiaría por nada del mundo.
Cuando queremos levantar el vuelo tratando de captar allí las ideas universales, y la cabeza, atontada, no responde, basta con achicar hacia lo más cercano nuestras potencias dormidas para que la brisa vuelva a soplar y el frescor de la luz amanezca.
Sonrisa forzada de quien, sin perder la compostura, quiere disimular el desengaño sufrido o la contrariedad inesperada que trastoca todos sus planes previstos con minuciosidad en la cuadrícula de su mente cartesiana.
Rendija abierta que, a su trasluz, permite vislumbrar un simulacro de la verdad escondida.
Tantas cuantas veces las ideas se amontonan y encabritan, se necesita un parón suave que, eligiendo una cualquiera de ellas, permita seguir el hilo tranquilo que siempre lleva a todas las demás.
Besos varoniles, de los que salen de lo hondo del corazón y explotan chispeantes, suaves y alegres -en armonía luminosa de color- en toda tu piel joven de mujer, especialmente en tus labios dulces y en tus ojos cariñosos que -como sabes- son siempre el espejo de tu alma radiante.
En el parking, casi solitario, de aquel pequeño supermercado, donde se contempla El Abajón, renové esta tarea amable de escribir pensando, sabiendo que bien puede dar sentido a una vida que se escapa tantas veces en minucias urgentes e inútiles.
Partida de mus en La Zenia alicantina que, recordando al padre, descubre en la picardía ingenua la valía y madurez del hijo quinceañero.