Uno de los méritos de Tomás de Mercado y de otros autores de la Escuela de Salamanca es que figuran entre los primeros que formularon la idea de la relación entre la cantidad de dinero y el nivel de precios. Qué parte del mérito de este descubrimiento corresponde a ellos y cual a autores extranjeros, sobre todo a Jean Bodin, es cuestión polémica. Larraz, en su mencionado libro, se ocupó ampliamente de ella y opinó que la mayor gloria corresponde a los españoles. No vamos a tratar de esta cuestión, porque nos alejaría demasiado del tema de nuestro estudio.

Lucas Beltrán, Ensayos de Economía Política, nº 14, Madrid, Unión Editorial, S.A., 1996.

LA «MANO INVISIBLE» SIEMPRE NUEVA

LA «MANO INVISIBLE» SIEMPRE NUEVA Enclaustrada en el capítulo II de La riqueza de las naciones, dedicado a las motivaciones de la división del trabajo -y en relación con ella- se encuentra explícitamente formulada la teoría de la mano invisible que, según la interpretación más extendida y que considero errónea, a través de la búsqueda… Seguir leyendo LA «MANO INVISIBLE» SIEMPRE NUEVA

«La ilusión de poderes ilimitados, alimentada por los asombrosos adelantos científicos y técnicos, ha producido como consecuencia la ilusión de haber resuelto el problema de la producción. Esta ilusión está basada en la incapacidad para distinguir lo que es renta y lo que es capital, justo donde esta distinción importa más…: allí donde se trata del capital irreemplazable que el hombre no ha creado sino simplemente descubierto y sin el cual nada puede hacer.» Y añade Schumacher: «Uno de los más funestos errores de nuestra época consiste en creer que el problema de la producción se ha resuelto»

SCHUMACHER, Lo pequeño es hermoso, Hermann Blume, Madrid 1978, pp.13-14.

La peculiaridad de cada ser, su diferencia individual, lejos de estorbarle para captar la verdad, es precisamente el órgano por el cual puede ver la porción de realidad que le corresponde. De esta manera, aparece cada individuo, cada generación, cada época como un aparato de conocimiento insustituible. La verdad integral sólo se obtiene articulando lo que el prójimo ve con lo que yo veo, y así sucesivamente. Cada individuo es un punto de vista esencial. Yuxtaponiendo las visiones parciales de todos se lograría tejer la verdad omnímoda y absoluta.

Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Alianza Editorial, Madrid, 1987. p. 151.

Este proceso, este método, necesario para la supervivencia y la prosperidad del hombre en la tierra, ha sido a menudo ridiculizado como excesiva o exclusivamente «materialista». Pero debe quedar bien en claro que lo que acontece en esta actividad específicamente humana es una fusión de «espíritu» y materia: la mente humana, al utilizar las ideas que ha aprendido, dirige su energía transformadora y remodeladora de la materia por caminos que sustentan y elevan sus necesidades y su vida misma. Al fondo de todo bien «producido», al fondo de toda transformación de los recursos naturales efectuada por el hombre, hay una idea que dirige el esfuerzo, hay una manifestación del espíritu.

Murray N. Rothbard, La ética de la libertad, Pág. 62.

Eugenio Domingo Solans, en el prólogo al libro Economía a vuelapluma, puso por escrito esta confidencia personal:

Me contaba mi padre que Von Mises decía a sus amigos que para saber economía debían también estudiar sociología, psicología, matemáticas, derecho y demás disciplinas relacionadas. Uno de sus alumnos le replicó: “No pretenderá Ud. que yo me ponga a estudiar todas estas ciencias, cuando lo que quiero es ser economista”. A lo que el maestro austriaco contestó: “Claro que no, siempre que Ud. no pretenda ser un buen economista”.[1]

 

[1]   Eugenio Domingo Solans. Prólogo al libro de José Juan Franch, Economía a vuelapluma. Madrid, Ediciones Eilea, 1996, p. 19

Las leyes deben limitarse a declarar los derechos y las injusticias naturales…; no debería tener cabida en la legislación humana lo que es indiferente según las leyes de la naturaleza… y surge siempre una tiranía legal dondequiera se produce una desviación respecto de este sencillo principio.

Murray N. Rothbard, La ética de la libertad, Madrid, Unión Editorial, S.A, 1995, p. 51.

Schumpeter se dio cuenta de que las raíces del análisis económico descansan en la filosofía moral más que en el mercantilismo, como la mayoría de los historiadores anteriores habían sostenido. La principal corriente, en opinión de Schumpeter, se originó con Aristóteles y la escolástica medieval, incluidos los doctores de los siglos XVI y XVII

Grice-Hutchinson, El pensamiento económico en España (1177-1740) Barcelona, Editorial Crítica, 1983, p. 17.

Para los austriacos la concepción subjetivista consiste en el intento de construir la Ciencia Económica partiendo siempre del ser humano real de carne y hueso, considerado como actor creativo y protagonista de todos los procesos sociales. Por eso, para Mises, “la teoría económica no trata sobre cosas y objetos materiales; trata sobre los hombres, sus apreciaciones y, consecuentemente, sobre las acciones humanas que de aquéllas se deriven. Los bienes, mercancías, las riquezas y todas demás nociones de la conducta, no son elementos de la naturaleza, sino elementos de la mente y de la conducta humana. Quien desee entrar en este segundo universo debe olvidarse del mundo exterior, centrando su atención en lo que significan las acciones que persiguen los hombres.” 

Ludwig von Mises, La acción humana: Tratado de economía, 5ª edición española traducida por Joaquín Reig Albiol y publicada con un “Estudio Preliminar” de Jesús Huerta de Soto, Unión Editorial, Madrid, 1995, (6ª. ed., 2001), pp. 111-112.

Más adelante, en la p. 169, Mises añade, en la misma línea, que “la producción no es un hecho físico, natural y externo; al contrario, en un fenómeno intelectual y espiritual”.

Jesús Huerta de Soto,  Nuevos Estudios de Economía Política, Nueva Biblioteca de la Libertad, 30, Madrid, Unión Editorial, S.A., 2002,  p. 27.