El bombardeo estadístico es como un hormigueo perturbador que distorsiona la valía original de cada acontecimiento.
La multitud de la descendencia, multiplicada a través de los siglos, hace pensar en la verdad del hombre de las mil caras.
Frente a las nubes brillantes y algodonadas, el balanceo acompasado de las hojas vivas de aquel olmo insinúan tu gentil porte femenino en este mayo primaveral.
Aquel dos de mayo de 1998 cuando nació el Euro definitivamente, las esperanzas de paz, bienestar y seguridad se extendían a raudales entre millones y millones de ciudadanos, y quedaba patente, a propios y extraños, la gran potencia y responsabilidad del dinero en nuestras sociedades abiertas y especializadas.
Sonrisa forzada de quien, sin perder la compostura, quiere disimular el desengaño sufrido o la contrariedad inesperada que trastoca todos sus planes previstos con minuciosidad en la cuadrícula de su mente cartesiana.
No creas con soberbia sospechada que sólo a ti te ocurre ser el centro señorial de esa interdependencia majestuosa. También le ocurre a éste o aquel otro, y en Europa o en Asia, en Oceanía, África o en tierras americanas; y tanto hoy, como ayer en el Imperio Romano, en la Grecia de Aristóteles o Parménides o en el Egipto de los faraones y de las pirámides apocalípticas.
¡Qué interdependencia más misteriosa que hace posible la presencia de lo lejano en lo cercano, lo universal en lo local, lo de los demás en lo nuestro, lo tuyo en lo mío, el mundo en mi mundo, el universo en nuestro universo, lo general en lo particular, lo grande en lo pequeño! ¡Estar allí estando aquí!
¡Qué responsabilidad y qué seria alegría el saber que cuando sufro no sufren, cuando me canso descansan, cuando trabajo bien trabajan mejor, cuando estoy en paz la paz florece, y que cuando quiero y amo se enamoran cantando!
En una esquina del comedor universitario, esperando la ensalada de pimientos asados, la pluma vuela por el papel materializando ideas nuevas siempre viejas, y renovando la tarea literaria de observar por dentro ese cosmos inmenso tantas veces oscuro.
Oikos‑nomos, economía doméstica, orden en la casa. Allí no hace falta dinero, allí el trabajo es el orden, el orden no dogmático para hacer posible la vida sana. Los padres y madres de familia traen al hogar bienes materiales, pero el trabajo doméstico consiste en ordenarlos todos, poner cada cosa, que nos despierta tantas veces, en su sitio teniendo un sitio para cada una de esas cosas; calculando un tiempo para cada cosa y haciendo cada cosa a su tiempo, aunque cueste. Cada hogar es todo un mundo a organizar con la flexibilidad del cariño entre los cónyuges y de los padres a los hijos, y de los hijos a los padres. Esa es la gran tarea de paz. La empresa es una anécdota de la familia; ésta es la importante luchando para no aplatanarse y sin ser un cazador furtivo de bienes. En la familia es más patente que el trabajo conduce a la vida, a una cada vez mejor vida. Trabajo en sentido genérico, no sólo material, también intelectual y espiritual: trabajo de limpiar, de arreglar, de insinuar al hijo para que él descubra la solución al problema, de guiñar el ojo para animar e indicar que, en tal o cual pillería de amor, somos cómplices. Trabajo de hablar cambiando el hilo de la conversación, o trabajo de escuchar reconociendo la sabiduría del otro. Trabajo de protocolo familiar, trabajo del descanso y del sueño, del deporte y del baile, del mirar y del callar.