DEMOGRAFIA Y ECONOMIA

             No es necesario calentarse la cabeza con intensidad para llegar  a la evidente conclusión que cuanto ocurre sobre la superficie de una región, de un país o de la totalidad del planeta Tierra se refleja en el número, estructura y calidad diversa de su población. Si, ademàs, miramos hacia el futuro, todo ese galimatías real de complejas circunstancias que concurren en los diversos grupos humanos que componen ese país se despliega en el porvenir, repercutiendo de mil modos en la historia y las características de las generaciones sucesivas. No es nada sorprendente entonces que grandes pensadores afirmen que de todas las ciencias sociales la màs importante es la Demografía.

          Una de las características màs acusadas de la demografía de los últimos años en España, y en general en los países «desarrollados» occidentales, es el progresivo envejecimiento de su población. El crecimiento de la proporción de personas de 65 y màs años dentro del total de los habitantes del país es cada vez mayor. Al ser un envejecimiento por la base la gravedad aumenta puesto que la proporción de ancianos crece porque disminuye el número de niños como consecuencia del creciente descenso de la natalidad. Las causas hay que situarlas en el terreno sociocultural: consumismo, permisivismo, secularización (especialmente femenina), crisis de la familia y el matrimonio, incremento de las uniones irregulares, temor obsesivo a la nueva vida, manipulación genética, egoísta miedo a un futuro que se presenta sin sentido,…etc.

          En un país sin crecimiento y con demografía en caída libre, la capacidad de exportación para dar salida a su creciente capacidad productiva se presenta como una necesidad imperiosa. La productividad unida al envejecimiento de la población da lugar a una creciente saturación de la demanda por parte de una población saciada de bienes materiales y artilugios de todo tipo puesto que había consumido todo lo consumible en materia de automóviles, electrodomésticos, sibaritismos alimenticios, aparatos de música,… etc. Esa colectividad que va envejeciendo paulatinamente acumula para sus años de vejez acrecentando el ahorro a expensas del consumo puesto que, con razón y con gran sentido comùn, no se fía de los sistemas de jubilacóòn estatal por repartición. Una demografía en pleno retroceso ve cómo su mercado interior empieza a flaquear alarmantemente. Con el desfase inherente a los ciclos demográficos, lentos pero inexorables, el declive hace su aparición. No hay más remedio que trabajar, ser tolerantes con la inmigración que nos sustituye en los trabajos muchas veces no queridos para, sobre todo, ser capaces de exportar con competencia.