HABITOS POSITIVOS EN LA FAMILIA

HÁBITOS POSITIVOS EN LA FAMILIA

         En los razonamientos habituales se considera que los bienes comprados por las economías domésticas en los mercados proporcionan satisfacción y utilidad por sí mismos y directamente. Pocas veces se investiga con más profundidad cómo circulan y son utilizados esos bienes en la familia una vez comprados.

          En esa tarea creativa «empresarial» que se realiza en el ámbito doméstico pueden ponerse en acción muchos hábitos operativos éticamente positivos como por ejemplo: 1) el temple y el dominio personal y familiar que implica una cierta ordenación razonable en las diversas actividades hacia lo que se considera que es lo mejor; 2) la austeridad creadora que evita a las personas caer por completo en lo material fortaleciendo la voluntad y aumentando la libertad para conseguir su plenitud humana personal y profesional; 3) la firmeza y fortaleza de ánimo para acometer proyectos de vida positivos manteniendo cotidianamente la constancia en el esfuerzo; 4) la mentalidad y actividad emprendedora que se la ha apropiado la empresa con carácter exclusivo y privativo cuando es el rasgo vital definitorio de todo sujeto económico que trata de hacer rendir al máximo sus recursos humanos; 5) la justicia en cuanto disposición cotidiana que inclina de modo firme y permanente a dar a cada uno lo suyo; o 6) en fin, el sentido común prudente que no deja de ser audaz y que consiste en ese hábito intelectual que nos indica la medida idónea del actuar en cada caso concreto.

           Puede resultar más realista y fructífero en ese ámbito «empresarial» del hogar suponer que el tiempo, el medio ambiente humano relacional y los diferentes bienes de consumo adquiridos en los mercados son a su vez factores de producción, inputs, que son usados para la obtención de otras «mercancías» que a su vez acaban potenciando la mejor vivencia y la actividad del factor humano. Es decir que el ecosistema multipersonal del hogar, los bienes de consumo y el tiempo, se convierten en materias primas necesarias para incorporar valor añadido al factor humano y repercutir positivamente en su despliegue posterior en las correspondientes actividades profesionales en el ámbito de la empresa. El mundo empresarial debería ser el primer interesado en ese idóneo aprovechamiento del tiempo y de los bienes escasos en el mundo familiar.

          Se cierra así el círculo productivo en espiral creciente de valor añadido entre los bienes y servicios producidos en el ámbito empresarial y los bienes y servicios producidos en el hogar que repercuten especialmente en la mejora en cantidad y calidad del capital humano de la sociedad.