La teoría hayekiana de la  información diseminada. Especial relevancia en nuestra era de la informática y las telecomunicaciones. – Apartado 2 – Capítulo VIII – Justicia y Economía

JUSTICIA Y ECONOMÍA

CAPITULO  VIII

 SOBRE LA EFICACIA COORDINADORA UNIVERSAL DE LA LEY NATURAL

Apartado 2

La teoría hayekiana de la  información diseminada. Especial relevancia en nuestra era de la informática y las telecomunicaciones.

Es en este ámbito de las elecciones autónomas personales desplegándose a partir de su interioridad desde donde se puede entender otro de los núcleos duros de la teoría hayekiana tan actual en nuestra era tan informatizada. En la Introducción al libro Hayek sobre Hayek de sus obras completas se pregunta que si una inteligencia aguda no acierta a dirigir con éxito una economía, ¿cómo podría hacerlo mejor un mercado libre nacido de un comportamiento sin cadenas ni dirección?

 La respuesta se encuentra en los medios que sean capaces de encontrar quienes tengan intereses mutuos para comunicarse entre sí. Hasta el individuo más ignorante tiene un conocimiento de sus propias circunstancias que quizás resulte a otros valioso. La evolución de los medios de organización social       —resultado de la acción humana pero no de su intención— es la respuesta tanto teórica como práctica al problema económico de cómo coordinar las necesidades y planes de millones de participantes dispersos. Hayek remonta los orígenes de esta idea a través de Adam Smith, David Hume y Adam Ferguson hasta Bemard Mandeville: «El peor de toda la multitud, ese también hizo algo por el bien común.»[1]

El importante en un gran acontecimiento parece que es uno y en realidad muchas veces es otro. Lo importante en cada momento nos puede parecer que es una cosa y sin embargo a fin de cuentas resultó que lo importante y decisivo fue un pequeño detalle anecdótico y accesorio: un chiste, un encuentro inesperado, un pinchazo de la bicicleta o del coche que facilitó un desencuentro, un no fumar aquel cigarrillo,… etc. Queremos hacer esto o aquello por algo y acabamos haciendo realmente otra cosa y para otro algo. Por eso, y tal y como señala Hayek en un analizar y restaurar la importancia de los pequeños fenómenos y de los pequeños detalles cotidianos: La principal tarea de la Ciencia pasó a ser la revisión y la reconstrucción de los conceptos originados en la experiencia cotidiana sobre la base del contraste sistemático de los fenómenos, de tal modo que fuera posible identificar lo particular como expresión concreta de una regla general[2].

En el amplio y variopinto acontecer cotidiano de la vida todos ejercemos una actividad de más o menos notoriedad cara a los demás, pero siempre resulta ser de una importancia relevante en cualquier ámbito en el que actuamos. Ese equilibrio interior de compaginar lo universal con lo particular recomendado por nuestros autores, vemos ahora que puede centrarse y concentrarse en lo pequeño sabiendo que influye en todo lo demás. Se trataría de atender al detalle de cada instante con visión y mentalidad universal. Universalidad y particularidad que según se nos dice son complementarias y que merecerían ser  vividas con serena convicción y adecuada proporción al viejo estilo clásico aristotélico.

Esas  interacciones cotidianas en los mercados –especialmente a través de los precios justos como se ha visto- permiten a todos los operadores captar información sobre esas subjetividades personales continuamente cambiantes pero dotadas de una cierta estabilidad de comportamiento porque sobre ellas siempre está latente la influencia libre a través de la conciencia personal de esos principios generales de la ley natural que son comunes a todas las razas y geografías. Y esa información captada de forma aparentemente anárquica coordina espontáneamente el sistema.

(…) el control descentralizado de los recursos, es decir, aquel que puede realizarse a través de la propiedad plural, garantiza la generación y utilización de mayores volúmenes de información[3] de los que pudiera ofrecernos cualquier otro modelo basado en la dirección centralizada.[4]

El uso del dinero y el intercambio de bienes y servicios en mercados libres parecen desarrollarse con la misma naturalidad con que los pichones se reúnen en torno al maíz desparramado.[5]     

Y ese sistema aparentemente caótico pero sincronizado espontáneamente a través de ese faro común de la ley natural ha estado ejerciendo su influencia facilitando la captación de informaciones desde los  tiempos más remotos:

Establecido que, en definitiva, fueron la moral y la tradición —más que la inteligencia y la razón calculadora— las que permitieron al hombre superar su inicial estado de salvajismo, parece razonable también situar el punto de partida del proceso civilizador en las regiones costeras de Mediterráneo. Las posibilidades facilitadas por el comercio a larga distancia otorgaron ventaja relativa a aquellas comunidades que se avinieron a conceder a sus miembros la libertad de hacer uso de la información personal sobre aquellas otras en las que era el conocimiento disponible a nivel colectivo o, a lo sumo, el que se encontraba en poder de su gobernante de turno el que determinaba las actuaciones de todos.[6]

 Y es precisamente en la Introducción al Volumen IX de las obras completas de Hayek donde Bruce Caldwell hace una exposición-resumen certera y pedagógica de esta aportación clave del pensamiento hayekiano:

 La teoría del equilibrio de por entonces era estática y atemporal, y suponía que todos los agentes económicos deciden en condiciones de información perfecta. En el mundo real, empero, las decisiones se adoptan en tiempo real en función de una información dispersa y subjetiva (falible por tanto). La pregunta clave en el mundo real es, pues, la de cómo llegan a coordinarse de hecho las acciones de los agentes económicos. La teoría del equilibrio, con su énfasis en los estados finales, en los que la coordinación ya se ha alcanzado, convierte sin embargo en irrelevante la pregunta misma por el modo en que ésta se alcanza. Hayek acabaría por abandonar la caracterización o conceptualización del mercado en términos de equilibrio general para adoptar la idea de la coordinación social que permiten los “procesos de mercado”, en los que se atribuye una función informativa crucial a la libre formación de los precios relativos.

 Se nos presenta el mercado como un proceso de descubrimiento de relaciones que genera información.  El simple fijarse en algo repercute en el descubrimiento de  una o múltiples relaciones  y en hacer posible una mejor proyección de mis fines sobre las realidades materiales para concatenarlas y hacerlas más ricas.

Esa  sincronía interpersonal que sobrepasa a todo conocimiento humano es explicado también magistralmente por Ortega y Gasset cuando explica que:

 “la peculiaridad de cada ser, su diferencia individual, lejos de estorbarle para captar la verdad, es precisamente el órgano por el cual puede ver la porción de realidad que le corresponde. De esta manera, aparece cada individuo, cada generación, cada época como un aparato de conocimiento insustituible. La verdad integral sólo se obtiene articulando lo que el prójimo ve con lo que yo veo, y así sucesivamente. Cada individuo es un punto de vista esencial. Yuxtaponiendo las visiones parciales de todos se lograría tejer la verdad omnímoda y absoluta.[7]

Toda esa sincronía interpersonal que venimos señalando es muy llamativa en nuestra era llamada de las tecnologías de la información y la telecomunicación.  La informática personal ha potenciado y extendido aún más la sociedad abierta y el orden extenso[8]. Porque una sola persona –pronto cualquier persona- puede extenderse y expandirse aún más y más globalmente. Ello significa que no sólo el avance en la informática y las comunicaciones no facilitan la intervención y el control, sino que lo hacen mucho más difícil, complejo e imposible. Todos los instrumentos técnicos potencian el trabajo o la acción física e intelectual y lo hacen más rico y variado. Potencian y amplían en definitiva la personalidad individual de todos los usuarios haciendo mucho más compleja la sociedad humana. La tendencia imparable e irreversible de la informática se ha decantado definitivamente hacia los ordenadores personales y es la informática de consumo lo que hace que se incremente aun más el grado de complejidad del problema para el órgano director de cualquier colectivo, sea cual fuere. Ese embrión intelectual hayekiano de la coordinación de la información diseminada en las sociedades donde la propiedad plural esta asentada y expandida, adquiere una relevancia magistral en esta sociedad del conocimiento.

Durante siglos y siglos, todo el volumen del conocimiento humano y de la información se ha almacenado en forma de documentos de papel. Ahora ya no necesitamos el papel. Basta con soportes magnéticos para todo. El papel seguirá siempre con nosotros, pero su importancia como medio de buscar, preservar y distribuir información está disminuyendo ya. Pero cada libro, cada página, cada párrafo, cada palabra leída mil veces nos dice mil y una cosas distintas, nos sugiere mil y un mediterráneos diversos se lean en papel o en pantalla digital. El Quijote, Hamlet, Romeo y Julieta …etc., son siempre nuevos y nos dicen nuevas cosas con cada lectura y relectura reposadas.

Lo más simple lo llena todo. Como la sencilla fórmula matemática de Einstein  explicaba casi todo en la teoría de la relatividad, lo más sencillo, la nada y el uno, los ceros y unos del sistema binario, lo falso y lo verdadero, han sido capaces de transformar digitalmente y virtualmente todo lo demás: las formas, los colores, las palabras, la música, la geografía, la historia, la ficción, …etc. Parece que Pitágoras ha triunfado, pero sólo instrumentalmente, porque  esas combinaciones infinitas de ceros y unos, de verdades a medias o falsedades siempre con matices de verdad siempre acaban sucediéndose sólo con referencia al hombre y a la vida: arte, imagen, palabra, color, sueño…  En la economía como en el derecho hay que crear el futuro, y ello es algo imaginativo e imposible de determinar con el simple empirismo. La realidad futura se crea quijotescamente, no está dada con anterioridad. Por eso no sirven de mucho las estadísticas ni la hiperinflación de datos ya ocurridos. El futuro se ha de crear. El pasado nos sirve de poco, sólo de experiencia.

Y en este nuevo mundo donde la telemática lo invade y transforma todo, también se ha sido consciente de la importancia de la clarificación y defensa de la propiedad y los dominios de cada quien. Y así, la confianza y privacidad en los negocios del ciberespacio se ha visto potenciada con los sistemas de encriptación mediante claves públicas y privadas que permiten realizar contratos y confirmar documentos jurídicos y económicos con mayor seguridad que los que se realizan con el papel como soporte. Con el desarrollo de la criptología, un mensaje lo puede verificar cada uno porque nadie más tiene la clave privada que podría haberlo encriptado de determinada manera. Si se cambia un solo bit de información el mensaje no se codificaría adecuadamente y se pondría de manifiesto el posible error.

Con la informática personal se hace más patente aún que la economía es una ciencia de la acción y –a la vez de la  elección- donde se pone en juego siempre aquella libertad y responsabilidad personal que está siempre interpelándonos éticamente. Y, por lo tanto, en ese tratar de sacar el mayor rendimiento al recurso universal más escaso que es el tiempo personal de cada uno, surge la necesidad continuada de la elección ordenada ante el cúmulo creciente de hiperinflación de la información. Demagogia e  hiperinformación que bien podía ser descrita con aquella frase unamoniana: La palabra, que protege a la idea primero, la ahoga muchas veces después[9]. Y ante tantos caminos abiertos hay que elegir con hábitos que se van adquiriendo y consolidando.  Nadie se puede quedar en la indeterminación total. Siempre hay que  decidirse por algo con plena libertad y responsabilidad y poniendo en juego aquel poder creador del riesgo  que aducía Rafael Termes en un libro titulado así: El poder creador del riesgo[10]. Ante la libertad no es bueno quedarse  pasmados sino que es preciso tomar partido y arriesgarnos a decidir.  

Y, en definitiva, por ser el valor subjetivo a través de la conciencia personal es por lo que es tan importante el talante moral recomendado por los clásicos y por Vitoria, Soto y Mercado, así como los valores y concepciones filosóficas y psicológicas del mundo, de la acción y de las ciencias en general, así como de las ciencias sociales en particular. De ahí también la importancia que la formación personal y la conformación de las conciencias de tantos a través de los hoy cada vez más poderosos medios[11] audiovisuales [12] de comunicación tiene para el devenir futuro de esta humanidad cada vez más globalizada irremediablemente aunque algunos no lo quieran reconocer e incluso traten de evitarlo. Sin embargo, siempre ha sido y es aún ahora más notorio, la  realidad creciente de esa coordinación del  esfuerzo anónimo de miles y miles -millones-  que en su actividad unipersonal por cuenta propia o ajena luchan día a día por mejorar en sus interrelaciones  personales, empresariales e institucionales en sociedades cada vez más abiertas. Es el constante laborar –muchas veces desconocido- de nuevos emprendedores que -con ese talante- van materializando ideas y proyectos innovadores adaptados a su tiempo y  labrando así el porvenir de la entera humanidad globalizada.

[1]  Hayek,  Hayek sobre Hayek, Un diálogo autobiográfico, Madrid, Unión Editorial, S.A., 1977, Introducción,    p.27.
 [2]   Hayek, La contrarrevolución de la ciencia. Estudios sobre el abuso de la razón, Madrid, Unión Editorial, S.A., 2003, p. 39.
 [3]  En directa relación con esta importante cuestión –que es clave en el pensamiento de Hayek-,  mi colega de la Universidad Rey Juan Carlos, el profesor Huerta de Soto en su libro Socialismo, cálculo económico y función empresaria, publicado por Unión Editorial, explica primero de forma amplia, original y con riqueza de matices el ejercicio de la empresarialidad como un continuo estar alerta que hace posible a todo ser humano  descubrir y darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor. La función empresarial se extiende a la acción consciente de toda persona por el mero hecho de serlo ya que, aunque no tenga nada, tiene siempre al menos la propiedad de su propia humanidad: la libertad.
…..La imposibilidad de coordinación económica y social del sistema socialista se demuestra porque cada una de las personas que interactúan entre sí constituyendo la sociedad, posee con carácter privativo una información práctica, intelectual e intuitiva dispersa, que en su mayor parte es de naturaleza tácita…
He querido esbozar sólo algunos puntos que están en directa relación con la teoría de la información diseminada de Hayek que estamos tratando y sobre la humildad intelectual de nuestro autor que a continuación trataremos. Demuestra que el socialismo es antieconómico porque coarta la fuerza creativa emprendedora de todo nuevo ser.  El centro del argumento resumido se encuentra posiblemente  en una nota al pie de la página 101:»Quizás en la raíz o el fundamento mismo de esta actitud se oculte el atávico deseo del hombre por querer ser como Dios, o mejor, de creerse que es Dios, y por tanto, que puede disponer de un conocimiento o información mucho mayor de lo que es humanamente posible.»Cfr.José Juan Franch, Economía a vuelapluma, Ediciones Eilea, Madrid, 1996, pp. 110-112  
 [4]   F.A. Hayek, La contrarrevolución de la ciencia. Estudios sobre el abuso de la razón, Madrid, Unión Editorial, S.A., 2003,  p. 145.
[5]   F. A.  Hayek,  Hayek sobre Hayek, Un diálogo autobiográfico, Madrid, Unión Editorial, S.A., 1977, p.  27.
[6]   Hayek, La  Fatal Arrogancia, Los errores del Socialismo, Obras Completas V. I, Madrid, Unión Editorial, S.A., 1990, p. 221
[7]   Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Alianza Editorial, Madrid, 1987. p. 151.
[8]   La globalización representa la posibilidad de intercomunicar el mundo en tiempo real, favorecida por el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación y por el proceso de liberalización normativa. Es una realidad inédita, frente a la internacionalización de otros tiempos, que permite una mayor movilidad de bienes y de capitales; pero sobre todo, lo que resulta más novedoso es la ampliación de los mercados de servicios y de mano de obra mediante el teletrabajo. Juan E. Iranzo, Globalización y Nueva Economía, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 2003, p. 129
 [9]  Unamuno, Op. Cit., p. 15.
[10]  Termes,  Rafael, El poder creador del riesgo., Madrid, Unión Editorial, 1986.
[11]  En esos mercados de las ideas audiovisuales es donde quizás más se manifieste lo que he denominado en otras ocasiones efecto adicción y efecto coleccionista que me llevó a investigar la posibilidad de la utilidad marginal complementaria creciente en la demanda de algunos bienes superiores. Si la sociedad, en conjunto, se hace más rica, se manifiestan los mismos efectos que en el caso del individuo que se enriquece. La parte de los gastos básicos, inelásticos, retrocede, mientras las necesidades de orden más elevado cobran importancia cada vez mayor. Con el aumento de bienestar y desarrollo de la sociedad, las ramas de la economía que sirven a las necesidades superiores (producción terciaria) adquieren cada vez más importancia. El poder acceder a contemplar producciones audiovisuales educativas y de entretenimiento así como a servicios interactivos, por ejemplo, y otras varias, reclamarán una parte cada vez mayor de la renta nacional a medida que aumenta el bienestar general. El mayor desarrollo económico de una sociedad hace que la extensión de utilidades complementarias marginales crecientes pueda ser mayor. Cfr. José Juan Franch. Voto particular.en el  Informe de Concentración Sogecable/Vía Digital. www.tdcompetencia.es
[12]   En toda proyección audiovisual, cada vez más perfeccionada en su producción, están altamente interrelacionados palabra, lenguaje, sonido e imagen animada, con pensamiento, criterio y visión del mundo. De hecho, la específica forma de cada imagen audiovisual nos ofrece un sentido determinado del mundo y de la vida con unas posibilidades diferentes desde una muy temprana edad. De ahí que, si gran parte de la estructura general audiovisual pudiera estar sesgada unidireccionalmente, influiría muy negativamente en la configuración del pensamiento humano. Estamos en un ámbito complejo, que también depende de las ofertas de aprendizaje y de las posibilidades de elección ya que a la visualización de la imagen sonora programada se une la imitación del mundo que le rodea. La imagen audiovisual es hoy un factor básico en la formación de la inteligencia -especialmente de la creativa- y en el desarrollo de todas sus capacidades. Por esto, es un factor que se orienta de forma decisiva hacia las futuras capacidades creativas de los usuarios actuales y potenciales. Por lo tanto, la competencia en el proceso de producción audiovisual y en las posibilidades de su difusión masiva por distintos medios son factores decisivos para el desarrollo de la creatividad en la sociedad. Cfr. José Juan Franch.Voto particular.en el  Informe de Concentraión Sogecable Vía Digital. www.tdcompetencia.es

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CAPITULO  VIII

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