REDES Y PRODUCTIVIDAD EN LA NATURALEZA
CAPÍTULO 1
Sobre la naturaleza de la riqueza y de la pobreza.
La economía es una ciencia radicalmente necesaria para todos. Y ello es así porque la actividad económica es una tozuda necesidad cotidiana[1] que encuentra su fundamento en otras muchas variadas exigencias concretas -no inventadas, sino reales- que la naturaleza humana manifiesta diariamente y a lo largo de toda nuestra vida. Siempre estamos en tensión de mejora económica. Los apremios sentidos por cada uno nos mueven a actuar para eliminarlos. Y teniendo en cuenta las características peculiares de la persona –y que son[2] las que son[3]– la actuación humana generalizada se dirige hacia los bienes materiales[4], consciente de que allí se encuentra el material para solventar esos apremios y esas inquietudes.
Siempre hemos sabido y todos sabemos que necesitamos continuamente de bienes[5] diversos y proporcionados para conseguir mejorar en ese intento renovado de alcanzar una cierta plenitud de vida. Nos son imprescindibles para sobrevivir[6] en un primer nivel de urgencia y también son necesarios para vivir con cierta normalidad y estabilidad[7]. También aquellos que pretenden conseguir un mayor grado de sofisticación en ese vivir cotidiano saben que tienen que recurrir a ellos para poder conseguirlo. Queramos o no dependemos de las realidades materiales –tal y como son[8] en la graduación de sus características- con las que la humanidad se encuentra generación tras generación en la naturaleza y que no han sido creadas por ella pero si transformadas y adaptadas aplicando su trabajo y su saber en orden a conseguir un más adecuado progreso en su caminar terreno. También dependemos de las realidades materiales para la consecución de bienes inmateriales[9] y espirituales como la música, el estudio o la misma actividad investigadora[10] por ejemplo. Toda la humanidad tiene una relación de dependencia con respecto a esa riqueza[11] inabarcable del universo de la naturaleza en toda su variedad del reino mineral, vegetal y animal[12].
Como hecho natural, Crusoe es dueño y propietario de sí mismo y de la extensión de sí mismo dentro del mundo material. Nada más y nada menos[13].
El correlato de esa relación de dependencia es la relación[14] de conveniencia[15] idónea[16] que toda esa inmensa riqueza natural –que los economistas englobamos simplonamente en el concepto de factor productivo Tierra- tiene respecto a los apremios, preferencias y necesidades o aspiraciones humanas[17]. Esa relación de conveniencia no es una regla meramente cuantitativa, no es puramente matemática; no es exacto que 1 + 1 = 2. Keynes comentaba sobre Marshall:
Marshall vivía todo eso con una vehemencia que no era compartida por todos sus alumnos. Las matemáticas preliminares eran para él un juego de niños. Su deseo era entrar en el vasto laboratorio del mundo, escuchar su estruendo y distinguir las diferentes notas, (…)[18]
En la economía real, no teórica, la norma es la norma que nos marcan los apremios de la naturaleza humana[19] y, por tanto, la única lógica es la lógica de la naturaleza humana. Esa norma y esa lógica marcan las dosis, combinaciones, formas, calidades y medidas de los distintos bienes y servicios; y a producir esos bienes y servicios últimos con esas dosis, combinaciones, formas, calidades, proporciones y medidas se adecuan los distintos medios de producción[20] en cada etapa productiva.
Una primera y más directa consecuencia de lo anterior es que el importante concepto de productividad económica tiene mucho que ver –en sí mismo considerado- con la proporción humana y por lo tanto con el crecimiento proporcionado[21]. Si la riqueza no es algo puramente material[22] sino que es una relación de conveniencia a los objetivos humanamente considerados por cada uno de los protagonistas de forma subjetiva la productividad tendrá que ser medida por ese incremento de relación proporcionada.
Luego el núcleo fundamental de la actividad económica práctica y teórica no es otro que tratar de incrementar y mejorar esa relación de conveniencia a la persona humana[23] de las realidades materiales[24] que están a nuestra disposición en cada momento. Eso entiendo que es la riqueza y eso entiendo que es –por lo tanto- el valor[25] económico[26]: una relación real [27]de conveniencia última[28], complementaria, concreta y futura de los bienes valorados a los objetivos –también complementarios, presentes y futuros- de los usuarios finales.
Así lo hemos definido otras veces y sobre ello entiendo que no se ha investigado aún lo suficiente. En concreto no se ha analizado con suficiente interés y profundidad esa característica de la realidad material natural y de la realidad de la persona humana que es su variedad complementaria siempre cambiante, interdependiente e inabarcable. Ello implica un sin fin de consecuencias sobre las valoraciones que cotidianamente hacen miles de millones de personas distribuidas por toda la geografía. Luego todo ello afecta continuamente a ese lenguaje de la economía que es el sistema de precios en los distintos mercados libres cada vez más interdependientes. A través de ese sistema de precios todos estamos continuamente valorando[29] y estimando el futuro con el gran dinamismo que hace posible el cálculo económico. Esa variedad complementaria en competencia dinámica genera una productividad creciente en valor y ha sido siempre, es y casi con toda certeza seguirá siendo –incluso aún con más relevancia- el motor del progreso y del desarrollo económico
[1] Marshall en sus Principios de Economía definía la Economía como el estudio de las actividades del hombre en los actos corrientes de la vida; examina aquella parte de la acción individual y social que està íntimamente relacionada con la consecución y uso de los requisitos materiales del bienestar. Así, pues, es, por una parte, un estudio de la riqueza, y, por otra -siendo ésta la màs importante-, un aspecto del estudio del hombre.
[2] Si la concreción original de los distintos bienes reales es una característica predominante en la consideración del valor, mucho más lo es la concreción del sujeto término humano del valor. Se hace necesario profundizar en la riqueza original de esa concreción, sin hacer abstracciones simplistas de su naturaleza y sin establecer modelos de comportamiento humano generalizados y homogéneos que nos distancian de la concreta individualidad de cada ser humano.
[3] «en todos estos asuntos (los economistas) consideran al hombre tal cual es, no como un ente económico abstracto, sino como un ser de carne y hueso». MARSHALL, Principios de Economía, Aguilar, Madrid 1963, p.24.
[4] «Lo primordial, a nuestro entender, es la comprensión de la conexión causal entre los bienes y la satisfacción de las necesidades humanas y de la relación causal más o menos directa de los primeros respecto a las segundas». MENGER, op. cit., p. 53.
[5] «Para que una cosa se convierta en bien, o, dicho con otras palabras, para que alcance la cualidad de bien, deben confluir las cuatro condiciones siguientes:
-
Una necesidad humana.
-
Que la cosa tenga tales cualidades que la capaciten para mantener una relación o conexión causal con la satisfacción de dicha necesidad.
-
Conocimiento, por parte del hombre, de esta relación causal.
-
Poder de disposición sobre la cosa, de tal modo que pueda ser utilizada de hecho para la satisfacción de la mencionada necesidad» MENGER; (op. cit., p. 48).
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