Centrados y concentrados en nuestra tarea única y distinta vivimos una sola vez, y somos -cada uno- todo siendo nada: un nombre que se va llenando de contenido y de amor con el paso del tiempo renovado.
No pierdo el tiempo sino que estoy, tranquilo, ganándolo.
Sólo se vive una vez: ¡qué misteriosa responsabilidad!
Nuestra vida puede ser una locura de amor continuada.
Embarrancar de impaciencia en la aparente rutina cotidiana.
Enmudecer ante la explanada azulada y abierta del mar inmenso.