Inflación, expansión crediticia y ciclos económicos. – Anticipando la crisis desde el TDC

ANTICIPANDO LA CRISIS DESDE EL TDC

1.2.- INFLACIÓN, EXPANSIÓN CREDITICIA Y CICLOS ECONÓMICOS.

El cálculo económico de individuos, empresas e instituciones se realiza a través del dinero. A través del dinero se canalizan las necesidades y objetivos de los consumidores finales, estableciéndose determinados coeficientes de precios relativos entre los bienes. Cuando aumenta la cantidad de dinero disponible, el poder adquisitivo de la unidad monetaria decrece o, dicho más claramente, significa que con los mismos euros o dólares se pueden adquirir menos cosas que antes. Algunos estudiosos de la Economía prefieren por eso llamar inflación a ese aumento de la cantidad de dinero disponible en vez de la acepción más común y extendida que se refiere a la generalizada subida de los precios. Esta es, en efecto, la consecuencia necesaria y aquélla, la causa que lo produce. El objetivo básico, tanto económico como financiero, y también laboral, es, por lo tanto, controlar y hacer que la inflación disminuya. Los grandes desastres históricos han estado habitualmente precedidos de distorsiones y crisis económicas consecuencia de los procesos inflacionistas. La peor enfermedad monetaria y económica es la inflación.

La inflación fiscal se controla a través de la política presupuestaria del Gobierno aprobada en las Cortes en la importante Ley de Presupuestos, y que tan buenos resultados ha producido desde 1996 pudiendo rebajar ampliamente el déficit del 3% que se marcaba como meta para la admisión en la Unión Monetaria de los países candidatos. La inflación importada depende de la ortodoxia general macroeconómica propia y de los países con los que se mantienen relaciones comerciales y financieras más intensas. Esta inflación tiene mucho que ver con lo que podíamos denominar competir en competencia con otras áreas. Los países y regiones que más éxito obtengan en la aplicación de las políticas liberalizadoras y de competencia mejor desarrollo económico conseguirán extendiendo además al exterior su ortodoxia, estabilidad y reducción de la inflación. El control de la inflación de costes depende de una forma decisiva de la introducción persistente e inteligente de mayor competencia en todos los mercados de bienes y servicios, así como en los laborales, con especial influencia en los que son necesarios para el desarrollo de la actividad en todos los sectores insertándose en las cuentas de resultados de todas las empresas y de todas las familias. El papel decisivo para el control de la inflación de costes lo juega la aplicación amplia y profunda de las leyes de defensa de la competencia. En estas tres causas de la inflación las entidades financieras juegan algún papel, pero de carácter secundario.

Pero, teniendo en cuenta lo dicho anteriormente respecto al hecho de que la inflación es un fenómeno monetario (cantidad de dinero que circula en el sistema), el papel de las entidades financieras es decisivo y relevante respecto al control de la inflación en el ámbito nacional en la que podemos llamar inflación de la inversión. Mucho más cuando la política monetaria respecto a los tipos de interés ha sido transferida al Banco Central Europeo. La inflación de la inversión, ligada directamente a la política crediticia de bancos y cajas, es aquella en la que una hipertensión de las fuerzas privadas de la economía, alentadas por la facilidad y relajación en la concesión de créditos, acaba provocando un sobreaumento de las inversiones muy por encima del ritmo más pausado y aconsejable del ahorro voluntario.

Cabe indicar en este punto que las teorías más convincentes de los ciclos económicos son aquellas que indican que en un sistema de libre mercado los cambios en las condiciones subyacentes de la oferta y la demanda comportan ajustes en los precios relativos. Estos ajustes sólo cesan cuando las ofertas y demandas se equilibran en todos y cada uno de los mercados. Pues bien, uno de esos mercados, especialmente relevante puesto que su influencia se deja sentir sobre todo el conjunto, es el de los fondos prestables, donde se encuentran los intereses de prestamistas y demandantes de fondos. Para analizarlo se suele hablar del tipo de interés natural que es el tipo al que se igualan ahorro e inversión. La causa principal de los problemas económicos y monetarios modernos se encuentra en esos desajustes entre ahorro e inversión ya que, puesto que los ahorradores e inversores son gente diferente y con motivaciones diferentes, el ahorro y la inversión no tienen por qué coincidir.

Frente al tipo de interés natural existe otro tipo de interés, el tipo de interés del mercado, el cual depende de las actividades crediticias de los bancos y puede diferir del tipo natural. El tipo de mercado caerá por debajo del natural al aumentar los bancos su crédito. Si esto ocurre se incrementará el gasto de las empresas en nuevos proyectos de inversión lo que dará lugar a que el gasto de inversión será superior al ahorro y aparecerán beneficios inesperados con lo que se puede hablar entonces de inflación de beneficios. Las empresas entonces compiten entre sí por expandir la producción y esto da lugar a un incremento de los precios de los factores entre los que cabe resaltar el de los salarios. Se produciría entonces una inflación de ingresos a la que también se añade el efecto riqueza. El resultado final es que un incremento en la oferta de dinero acaba por elevar el nivel de precios de modo proporcional.

Si los bancos expanden el crédito, disminuyen el tipo de interés de mercado para inducir a las empresas a solicitar préstamos y éstas emplean su nuevo poder adquisitivo en ir poco a poco alargando el proceso productivo, como si de hecho hubiese ocurrido un descenso del tipo de interés natural. Posteriormente la demanda parcialmente insatisfecha de bienes de consumo presentes empieza a presionar al alza los precios de tales bienes en relación a los futuros, lo que equivale a decir que el tipo de interés de mercado comienza a elevarse. Esto indica a las empresas que sus anteriores decisiones de emprender proyectos de inversión en procesos productivos más largos habían sido incorrectas, es decir, que la demanda de bienes futuros no se había elevado realmente. Por consiguiente, tales proyectos dejan de ser rentables y deben ser abandonados antes de completarse, lo que inicia la crisis o fase recesiva del ciclo.

El único modo de evitar el ciclo es neutralizar los efectos de la creación de crédito haciendo que el tipo de interés del mercado coincida con el natural. El punto de partida para el análisis teórico de las influencias monetarias en la producción no debe ser un dinero cuyo valor es estable, sino un dinero neutral. Si las autoridades monetarias intentan mantener el nivel de precios estable cuando la economía se encuentra en expansión (es muy importante tener en cuenta, más en la actualidad con la difusión de todos los avances tecnológicos en los diferentes sectores y trabajos, como explicaré a continuación, que en la expansión crece la productividad y los precios deben descender), acaban en realidad inyectando demasiado crédito y así abortando el despegue.

Todos estos razonamientos nos llevan a la importancia de la solvencia y la proporcionalidad en las inversiones para todos los agentes económicos. Pero son especialmente relevantes para reconsiderar la importancia del control de la expansión crediticia de las instituciones financieras por parte de los Bancos Centrales. Este afianzamiento de los coeficientes de solvencia de los Bancos y Cajas de Ahorro resulta especialmente relevante una vez que no es posible utilizar la variable del tipo de interés ni la política cambiaria por los Bancos Centrales Nacionales. La inflación, como se ha dicho anteriormente, más que una simple elevación de los precios, es un fenómeno monetario directamente relacionado con la cantidad de dinero que circula por el sistema. Las empresas, cuanto más crédito utilizan, menos independencia de comportamiento. La solvencia de las empresas siempre se mueve a favor de la competencia.

Cabe preguntarse, por ejemplo, qué pasa si los recursos captados vía mercado de crédito a medio y largo plazo se invierten en activos financieros especulativos en vez de invertirse por sus entes emisores en activos de explotación permanentes o capital fijo productivo. O también qué puede ocurrir si las Sociedades de valores relajan su política y amplían las operaciones de crédito al mercado que pueden generar efecto adicción en compradores y vendedores para jugar con las variaciones de las cotizaciones. Es preciso resaltar en este punto la notable bancarización de las Bolsas de Valores, también a través de la gestión bancaria de fondos de inversión y fondos de pensiones que tanto se ha ampliado en los últimos años. La expansión crediticia para invertir en Bolsa o adquirir otras empresas puede resultar especialmente peligrosa cuando el ciclo pueda cambiar y cuando los tipos de interés reales (diferencia entre el de mercado y la inflación) -el precio del crédito- está cercano al cero. Si gran parte de esa inversión está mediada por las grandes instituciones financieras, la colusión y los peligros de inflación bursátil pueden ser muy relevantes[1].

[1] Las masivas inversiones en las bolsas de valores, además, al dirigirse hacia las grandes empresas, que son las que cotizan, dejan de lubricar el nacimiento, crecimiento y expansión de medianas y pequeñas empresas que son las que mayor proporción de puestos de trabajo crean y que no cotizan en las bolsas. Es urgente la creación y puesta en funcionamiento de las bolsas de valores para empresas de este tipo como ya se está empezando a hacer para toda la Unión Europea.

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