Aquel dos de mayo de 1998 cuando nació el Euro definitivamente, las esperanzas de paz, bienestar y seguridad se extendían a raudales entre millones y millones de ciudadanos, y quedaba patente, a propios y extraños, la gran potencia y responsabilidad del dinero en nuestras sociedades abiertas y especializadas.
Con el fondo de hormigón armado y las paredes recias de ladrillo, una pareja de gorriones acompasa su vuelo a tirones primaverales atraídos y distraídos por su instinto sexual reproductor.
Aquel clip, recogido del suelo agachándome, simboliza aquella perfección cósmica que, sobrevolando lo sucio y desperdigado, se encierra misteriosamente en aquellas sentencias: un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio; un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo.
En cada rincón un mundo, en cada palabra un poema, en cada mirada mil paisajes, en un pensamiento un sin fin de ideas, en cada instante la eternidad sin fronteras, y en un silencio el universo entero.
Saborear la amargura del fracaso atisbando que más allá, sin saberlo ni sentirlo, se expande la luz que lo acoge todo.
Montón de arena junto a los cantos rodados soportando estoico las barrabasadas del hijo más pequeño en el anochecer primaveral.
Junto a los chopos del abuelo, y entre olores de lavanda, la mente cansada busca acomodo en tantas promesas ya cumplidas.
Comida rápida, juntos, en Julián, serenando y animando tú mi mañana depresiva y lluviosa, cuando no podía escribir ni casi hablar, sólo murmurar asustado, quejumbroso y débil: rendido.
En el núcleo de la pasión por la igualdad, tan extendida, se encuentra siempre esa serpiente cascabel de la envidia que una y otra vez se levanta furiosa embistiendo con más saña contra los que más cercanos están.
Entre aulas, despachos y seminarios universitarios, y cruzando la jovialidad de los alumnos, camina el profesor tremendamente asustado, y disimulando, convencido de no saber nada y creyendo que en cualquier momento, en cualquier recoveco, todo su mundo, todo el mundo, intelectual y físico, iba a caer encima con estruendo, roto en mil pedazos.
¡Qué son estas ansias de totalidad que me consumen una y otra vez en circunstancias tan dispares como las de hacer compañía tranquila al pequeño campeón, comprar manzanas golden en el hipermercado semivacío, navegar con parsimonia en internet, montar en bicicleta campo a través con el amigo, llamar por el inmóvil al doctor en historia, leer a Borges gratamente sorprendido, o vibrar en el lecho conyugal!
Pasa por mi lado con la indiferencia de un perro callejero experimentado.
Silencio misterioso que parlotea imágenes interiores y renueva la lucha serena por una mejor vida.
Camina con el paso engañosamente cansino de quien vive pensando continuamente cómo mejorar esto, aquello y lo de más allá: el mundo a su alcance: todo.
Aquel hombrón de 40 años se queda atónito ante la orden imperativa de un renacuajo mandón de cinco primaveras.
LA CREACIÓN DEL INSTANTE (MEMORIAS)
Precursor de la ecología telúrica que cifra los orígenes en una borrachera de bondad que continuó espontánea en el trasfondo perenne de todo hombre y de toda la naturaleza creada.